Estas firmas relojeras han hecho historia con sus innovaciones y sus modelos, que han llegado hasta nuestros días más frescos que una lechuga, con el beneplácito de los expertos y el deseo ferviente de los aficionados. 

 A. Lange & Söhne

La manufactura sajona, propiedad del grupo suizo Richemont, ha firmado algunos de los relojes más elegantes y clásicos del último siglo. La empresa fue expropiada después de la Segunda Guerra Mundial, y su nombre cayó en el olvido. 

Mientras duró la división de Alemania, Walter Lange, bisnieto de Ferdinand Adolph Lange (que fundó la firma en la ciudad germana de Glashütte en 1845), se empeñó en que la marca volviera a dar la hora. Y lo consiguió, justo después de la reunificación del país. 

El primer reloj que fabricó tras su refundación fue el Lange 1, que encarna todo su arte e introdujo algunas novedades en el sector cuando nació, en 1994: una esfera descentrada y una fecha enorme. A. Lange & Söhne solo fabrica unos 6.000 relojes al año, una de las producciones más bajas del mundo.

Audemars Piguet

Independiente y aún en manos de sus familias fundadoras, es uno de los fabricantes de relojes más antiguos del mundo: vio la luz en 1875, gracias a Jules Louis Audemars y a Edward Auguste Piguet. 

De su cuartel general en Le Brassus (Suiza) han surgido mil y una versiones de su modelo más conocido, el inagotable Royal Oak, toda una leyenda de la relojería moderna que se presentó en sociedad en 1972 y que fue el primero en utilizar un metal no precioso, el acero inoxidable, en un diseño más deportivo que las típicas piezas de oro de la época (y cobrarlo a precio de lujo). 

Es inconfundible por su figura octogonal, inspirada en la geometría de las troneras (las aberturas en el costado de un buque para disparar los cañones) de una nave de la Royal Navy británica, de nombre Royal Oak. 

Blancpain

Se estableció en 1735, aunque no operaba bajo la marca Blancpain desde ese año. Es pionera en la creación de modelos submarinos con su icónico Fifty Fathoms, el primer reloj de buceo moderno, que vio la luz en 1953. 

Sus méritos radicaban, entre otras bondades, en su robusta caja de acero inoxidable (con otra caja interna de hierro dulce destinada a proteger el movimiento del magnetismo) y en su capacidad para resistir 91,45 metros bajo el agua. 

Desde entonces, Blancpain ha producido otras colecciones, como Le Brassus, Leman, Villeret y Sport. Uno de sus logros más notables es el tourbillon volante (esto es, que carece de puente superior), que la marca alumbró hace 30 años. 

Breguet

En la industria relojera se idolatra al francosuizo Abraham–Louis Breguet (1747-1823), uno de los grandes genios de la historia del arte de hacer relojes. Entre sus innovaciones entusiasma el tourbillon, un mecanismo patentado en 1801 que lidia con la gravedad, puesto que los relojes mecánicos, en posición vertical, se adelantan o se atrasan por la atracción de la Tierra. 

Para mejorar la precisión de los cronómetros de bolsillo de su época, Breguet encerró a los órganos reguladores del movimiento de un reloj, el volante y el escape, en una jaula giratoria que realiza una rotación sobre sí misma cada minuto. Al estar siempre en movimiento y adoptar sucesivamente todas las posiciones verticales, se compensan y anulan los efectos negativos de aceleración y de ralentización. 

La casa Breguet, que pertenece al Grupo Swatch, realiza hoy sus tourbillones con componentes de silicio antimagnéticos, más ligeros y resistentes que el acero. 

Jaeger-LeCoultre

En 1833, Antoine LeCoultre (1803-1881) puso la primera piedra de su taller relojero en el pueblo de Le Sentier, en el célebre Valle de Joux suizo. Y ahí sigue, decenas de años después, la manufactura Jaeger-LeCoultre, una de las más admiradas de la alta relojería por su historia, su innovación y su capacidad técnica. 

Ha creado más de 1.200 calibres y ha registrado más de 400 patentes. No todas pueden decir lo mismo. Es conocida por sus diseños clásicos, especialmente el Reverso, que se desarrolló en 1931 y hoy continúa siendo uno de los grandes iconos de la alta relojería. Se trata de un modelo rectangular con un diseño que permite que la caja gire sobre sí misma y sobre la base del reloj. 

Omega

En 1964, la NASA buscaba un reloj para todas sus misiones tripuladas. Cuentan en Omega que el director de Operaciones de Vuelos Tripulados por aquellos días, Donald K. ‘Deke’ Slayton, emitió una solicitud de cronógrafos de pulsera a diferentes fabricantes relojeros de todo el mundo. 

De entre todas las marcas que presentaron sus modelos para las pruebas pertinentes (exámenes térmicos, de choque, de vibración, de vacío...), solo el Omega Speedmaster sobrevivió. Así que el 1 de marzo de 1965 Omega se convirtió en la única firma proveedora de relojes para el Programa de Vuelo Espacial Humano de la NASA, y acompañó a Edwin ‘Buzz’ Aldrin mientras daba sus primeros pasos en la superficie lunar. El resto es historia. Omega ha seguido innovando, y los aficionados relojeros han continuado dándole la razón. 

Patek Philippe

No hay duda alguna sobre la inclusión en esta lista de la firma ginebrina independiente que arrancó su historia en 1839 con dos polacos: Chapek (relojero) y Patek (hombre de negocios), que en 1851 sustituyó al primero por otro relojero francés, Philippe. 

La especialidad de la casa es la alta relojería (lo que se conoce como complicaciones) y los cronógrafos. Patek Philippe ha pasado a la posteridad por crear el primer reloj de pulsera con complicación (una repetición de cinco minutos) para mujer, así como el primer reloj de pulsera con calendario perpetuo, entre otros logros. Algunos de sus modelos más deseados son Nautilus, Aquanaut, World Time y Calatrava. En las subastas, sus piezas suben como la espuma. 

Rolex

La marca de relojes suiza más famosa fabrica artículos reconocidos internacionalmente como un símbolo de estatus que, además, arrasan en las pujas. Algunas de sus colecciones más conocidas son Daytona, Submariner, GMT Master II, Datejust, Yacht-Master, Yacht-master II, Day-Date y Sky-Dweller. 

La firma presume de la precisión de sus productos. Ya en 1910, un reloj de pulsera Rolex (que había sido fundada en 1905 por Hans Wilsdorf y Alfred Davis en Londres) obtuvo el certificado de cronómetro por parte del organismo de control de la marcha de los relojes de Bienne (Suiza). Fue el primero que se le daba a un instrumento de pulsera. 

En 1914, el Observatorio de Kew (Inglaterra) concedió un certificado de clase A (el más prestigioso, que se solía reservar a los cronómetros de marina) a un ejemplar portátil de Rolex. Además, Rolex creó el primer reloj de pulsera resistente al agua, el Oyster, en 1926; el primer reloj de pulsera con fecha que cambia automáticamente en la esfera, el Datejust, en 1945; el primer reloj de pulsera resistente al agua a 100 metros, el Oyster Perpetual Submariner, en 1953; y, al año siguiente, el primer reloj de pulsera que muestra dos zonas horarias al mismo tiempo, el GMT Master.

Ulysse Nardin

Propiedad del coloso del lujo francés Kering, la trayectoria de esta enseña se remonta a 1846, cuando Ulysse Nardin fundó su marca en Le Locle después de formarse en relojería con su padre. Hoy la marca se ocupa de series clásicas de diseño minimalista y de cronómetros marinos, su seña de identidad, pero también de modelos poco convencionales como los de la colección Freak, de estilo futurista. 

Vacheron Constantin

Autora del reloj más complejo jamás realizado, el 57260 de 2015 (cuenta con un total de 57 complicaciones, algunas inéditas: múltiples calendarios, doble cronógrafo rattrapante retrógrado, segundo huso horario y horas del mundo, alarma…), Vacheron Constantin es una de las marcas de relojes de lujo más antiguas. Fue fundada en Ginebra por Jean-Marc Vacheron en 1755, y sus creaciones han adornado las muñecas de figuras famosas como Napoleón Bonaparte y Harry Truman. Sus principios pasan por la excelencia técnica y estética, y algunas de sus colecciones más notables son Patrimony, Traditionnelle, Overseas, Historiques, Malte y Metiers d'Art.